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2007/07/08

Estimulación Temprana: Niños geniales


Entre los beneficios que se le adjudican está la consecución de un desarrollo integrado de la personalidad -a la velocidad, intensidad y ritmo propios de sus necesidades- a la vez que los padres experimentan satisfacción, alegría y establecen una relación amorosa, estrecha y armónica con sus hijos.

El origen de este concepto se remonta a las primeras investigaciones en terapias de corrección, que buscaban revertir ciertas limitaciones motoras, psíquicas o sensoriales, y que revelaron que mientras más temprano se detectaran y comenzaran a tratarse, mejores eran los resultados. Sin embargo, como la rehabilitación no era completa, comenzaron a buscar cada vez más una mayor precocidad, con el fin de “prevenir antes que curar” y llegaron a aplicar diversas técnicas, incluso antes del nacimiento.

De esta manera, se comprobó que los bebés perciben determinados estímulos a partir de la formación de sus neuronas cerebrales, es decir, desde la décima semana de embarazo, y que continúan una rápida evolución durante los primeros años de vida, sobre todo si se les estimula en forma lúdica y con cariño. Sin embargo, no se trata de formar hijos genios o superdotados.

El desarrollo de la inteligencia se basa en dos factores fundamentales. Por un lado está el aspecto genético, reflejado en el proceso de maduración -el cual influye en un 20 ó 30 %- y, por otro, el conjunto de estímulos ambientales en los que se desenvuelve el niño, es decir, todo objeto, palabra, acción o actitud que puede ser asimilada por el pequeño, y que aporta todo el porcentaje restante.

Por ello, es muy beneficioso comenzar cuanto antes a realizar actividades acordes a la edad de cada niño, promoviendo el desarrollo de las distintas áreas: motriz, sensorial, de lenguaje, cognoscitiva y social, teniendo en cuenta las características individuales de cada niño.

La importancia del área sensoro-motriz

La estimulación de los sentidos y de la habilidad motriz son fundamentales en el desarrollo de los seres humanos. Diversas investigaciones han demostrado que la simple manipulación de objetos, aún sin la intervención de otras personas, constituye un estímulo muy significativo.

Desde que nace y hasta los dos años, el bebé se relaciona con su entorno a través de sus percepciones físicas y su acción motora directa. Comprende las cosas como “algo que sirve para... lanzar, comer, succionar, jugar” y en ese contexto se familiariza con el mundo y aprende a valerse por sus propios medios, logrando un control preciso de sus movimientos y optando entre aquello que desea o no realizar.

Así también los sentidos se constituyen en sus herramientas más cercanas. El tacto le permite conocer texturas y sensaciones de frío, calor o dolor; la visión, es la que le enseña a reconocer su entorno y le ayuda a desarrollar la mayor parte de las capacidades motrices básicas, como la coordinación ojo-mano, por ejemplo; el oído, transforma las vibraciones sonoras en impulsos nerviosos estimulando el cerebro, al igual que el olfato y el gusto. Desde temprana edad el niño es capaz de autopercibirse y reconocer el mundo que lo rodea mediante el juego, que le permite a la vez ir mejorando cada vez más sus destrezas.

Estímulo: una excusa para jugar y aprender

Los padres deben saber que no es recomendable asediar a los niños con demasiados estímulos con el sólo fin de desarrollar su inteligencia. Para cumplir con su objetivo, la estimulación debe ser precisa, en el momento justo y de la forma adecuada para cada niño.
El proceso de desarrollo cerebral predispone al aprendizaje de ciertas cosas en determinados momentos y si a esto se suma una metodología lúdica, que contemple el juego y la entretención como meta inmediata y principal de cada actividad, es posible conseguir resultados muy positivos. Así también, el niño aprende desde pequeño a pensar que aprender es un juego más y al ser más grande no asociará el estudio con aburrimiento.

Recomendaciones para lograr un momento agradable

Es muy importante que al realizar las actividades o ejercicios de estimulación, estén dadas las condiciones y se cumplan ciertos requisitos. Por ejemplo, el tiempo dedicado a cada actividad no debe superar los 7 ó 10 minutos, los que pueden alcanzarse en forma progresiva comenzando con 3 ó 4. Se deben realizar al menos 3 veces al día, procurando variar el ejercicio en cada oportunidad y cambiando la rutina quincenalmente.

Es muy importante que tanto los padres como el niño, tengan una buena disposición a realizar las actividades. Los objetos que se utilicen deben estar limpios y no deben presentar peligro para el niño, ya sea por su tamaño, composición o estado.

Asimismo, el lugar escogido debe ser agradable, tener una temperatura apropiada -ni frío ni calor- y contar con espacios para voltearse o desplazarse cuando ya camina o gatea. La vestimenta del niño debe ser liviana y cómoda. Si es posible, ambiente el lugar con música o cántele, sonría y converse mientras realiza cada actividad.

Un mes

A esta edad, el pequeño actúa con reflejos, por lo que aprieta cualquier dedo que se ponga entre sus manos o reacciona ante luces, sonidos fuertes -cascabeles, juguetes con pito, etc.- y especialmente a la voz materna. - Acueste al bebé de espaldas y déjelo mover sus brazos y piernas libremente.

Luego, tome sus manos, juntándolas y separándolas en forma suave. Repita 5 ó 6 veces y comience con las piernas, levantándolas y bajándolas lentamente, sin doblar las rodillas.

- Haga un rollo con una toalla y ponga al niño boca abajo sobre él a la altura del pecho y con los brazos por encima. Tómelo de las caderas e impúlselo suavemente hacia delante y hacia atrás.
- Para estimular la coordinación motora gruesa, durante el baño tome a su hijo de manera que se sienta seguro y déjelo gozar del agua un momento.
- Al amamantar o dar lactancia artificial, ponga el pezón o el chupete de la mamadera cerca, de modo que le roce la cara, para que busque la forma de alcanzarlo y succionar. También puede acercarle un dedo limpio, para que intente tomarlo con su boca.
- Utilice móviles en su cuna, los cuales puede retirar a la hora de dormir.

Dos meses

A esta edad, la mejor estimulación son las canciones, sonrisas, besos y caricias.
- Para estimular sus sentidos, tome un objeto y trate de que el bebé lo siga con la vista, moviéndolo lentamente de arriba hacia abajo y de un lado hacia otro. Mientras esté recostado, llámelo o haga ruidos para que mire en distintas direcciones.
- Si el día está asoleado o no hace demasiado frío, y hay algún árbol en el patio de su casa o en las cercanías, póngalo debajo, pues le gustará ver cómo se mueven las hojas y escuchar el sonido de los pájaros.
- Mientras lo muda, ayúdelo a darse vuelta. Levante uno de sus brazos y póngalo hacia arriba, junto a la cabeza. Empújelo suavemente hacia ese lado para que se voltee. Repítalo tres veces y sujete su cabeza si es necesario. Cuando esté boca abajo, pásele un dedo a lo largo de la espalda, para ayudarlo a levantar la cabeza y los hombros.

Tres meses

Al tercer mes el niño ya está más conectado con el medio ambiente y, por ende, más atento a las reacciones expresivas de la madre.
- Aproveche los momentos en que lo muda para jugar a las escondidas. Puede ponerle un pañal limpio sobre su rostro y enseñarle a quitárselo.
- Cuando levante los pies del niño para mudarlo, haga que él se los mire y bájelos lentamente, tratando que los siga con la vista.
- Mientras lo alimenta, cámbielo de posición para que siempre vea cosas distintas y aproveche de hablarle y contarle cosas. Asimismo, cuando lo pasee después de alimentarlo, deje que toque las cosas que le llaman la atención, como cuadros, muebles o cortinas y facilítele algunos objetos para que los manipule.
- Acuéstelo boca abajo y muéstrele un objeto que llame su atención, hágalo sonar, rodar, etc. De esta forma lo motivará a levantar la cabeza.

Cuatro meses

En esta etapa el niño enfoca mucho mejor y diferencia colores (azul, verde, rojo y amarillo) y sonidos. Además, percibe cualquier alteración anímica de la madre y aunque no entiende lo que se le dice, aprende a diferenciar los distintos tonos de voz.
- Acérquele distintos juguetes para que los tome, chupe y manipule. Si tiene más tiempo, juegue con él, arrojando juguetes al suelo e incentivándolo a ver dónde cayó.
- Tiéndase sobre una superficie plana y coloque al niño encima de su pecho boca abajo, animándolo a enderezarse, haciendo fuerza con sus brazos.
- Siente al niño por un momento con apoyo de cojines.

Cinco meses

En esta etapa el niño realiza mejor sus movimientos y coordina la vista con las manos. Además de tomar objetos, los lanza al suelo o los coloca en distintas posiciones.
- Cuando esté despierto, siente al pequeño en algún lugar para que mire a su alrededor y mueva sus brazos y pies.
- Cuando esté de espaldas, ayúdelo a pedalear, estirar y encoger las piernas, así como a abrir y cruzar los brazos y a tratar de sentarse tomándose de sus dedos. Luego, póngalo boca abajo y muéstrele algo que le llame la atención. Así, levantará su cabeza y moverá los brazos para tomarlo.
- Frente a una mesa, tome al niño por la espalda e inclínelo suavemente hacia delante tres veces, hasta que toque la mesa con las manos y haga un poco de fuerza.
- Tómelo de las axilas para que se pare y flexione las piernas repetidas veces.

Seis meses

Seguramente su hijo empezará a ingerir otros alimentos aparte de la leche materna. Por ello, es importante que lo deje “ensayar”. Pásele una cuchara para que vaya aprendiendo a tomarla y deje que saque trozos de fruta del plato con las manos.
- Para fortalecer el desarrollo de la visión y el oído, deje caer objetos sonoros y que él los siga con la mirada. Si está sentado en la cama o en el suelo sobre una alfombra, haga rodar una pelota rápidamente hacia él. También es bueno incentivar la audición con música o juguetes que emitan sonidos.
- Para motivarlo en sus primeros pasos, ponga al niño de pie, sosteniéndolo con firmeza y deje que se mueva libremente.

Siete meses

A los siete meses ya puede sacarlo a dar un paseo y nombrarle los objetos, animales y situaciones que se van presentando, además de sus cualidades.
- Ejercite su coordinación pasándole dos objetos para que los tome en cada mano y un tercero, para que él determine cuál dejará de lado. Ofrézcale su mamadera para que la tome solo.
- Estimule el gateo -poniéndolo boca abajo- con las manos y rodillas apoyadas.
- Siéntelo y muy suavemente empújelo hacia los lados, de manera que intente apoyarse para evitar la caída.

Ocho meses

Esta es una etapa de exploración. Con seguridad a su hijo le llamarán la atención todos los objetos que hay en la casa, incluso más que sus propios juguetes.
- Déjelo en el suelo con una caja llena de juguetes de distintos tamaños y objetos no peligrosos.
- Mientras lo muda o lo baña, nómbrele las partes de su cuerpo para que así interprete ese momento como un juego. Siéntelo en la cama y ejercite su firmeza, empujándolo suavemente hacia atrás o hacia los lados, de manera que se resista y a la vez se fortalezca.
- Póngalo en cuclillas o de rodillas y ayúdelo a pararse, tomándolo de las manos.
- Cuando esté en posición de gateo, coloque a cierta distancia objetos interesantes para que se desplace y los alcance.

A los nueve meses su hijo pasará gran parte del día despierto, por lo que puede aprovechar cualquier momento para enseñarle cosas nuevas.
- Proporciónele envases y objetos que se abran y cierren de diferente forma y que contengan dentro algo que a él le guste, para así animarlo a que lo abra.
- Facilítele objetos pequeños como piedrecitas, lentejas, palitos y motas de algodón sin desatenderlo ningún momento, para que comience a utilizar el dedo pulgar y el índice.
- Ruede una pelota hacia él, de manera que intente tomarla con sus manos. Tómela, levántela y golpéela, para que él imite esa exploración.
- Coloque al niño cerca de algún mueble u objeto grande para que se apoye, e invítelo a pararse.
- once meses

A esta edad le encanta gatear, arrastrarse sobre sus manos, pararse con apoyo y trepar a los sillones o la cama. Se entretiene mucho con sus juguetes y le gusta investigar lo que hay a su alrededor. Se da cuenta que las personas y objetos existen aunque no los vea y por ello, aprende a reconocer los lugares donde están sus cosas preferidas.
- Pásele cubos para que arme y desarme torres.
- Motívelo a moverse de un lado a otro de la forma que más le acomode y ofrézcale distintos apoyos para que se desplace de pie.
- Entréguele dos objetos iguales para que los choque entre sí y juegue con ellos, luego ofrézcale otro de manera que suelte uno y tome el otro, repitiéndolo con varios objetos.
- Muéstrele libros o revistas de tapas gruesas para que los hojee.

12 a 18 meses

En esta etapa el niño alcanza uno de sus logros más importantes: caminar.
- Estimule sus primeros pasos incentivándolo a que permanezca de pie y mostrándoles objetos para que se acerque a buscarlos. Dele la posibilidad de caminar apoyándose si aún no se atreve a hacerlo solo o tómelo de la mano. Permítale que explore, proporciónele espacios seguros para que pueda adquirir fuerza, coordinación, movilidad y confianza para caminar.
- Es tiempo de incentivar su coordinación y movimientos finos, pasándole cubos huecos de distinto tamaño para que él pueda poner uno dentro del otro o pidiéndole que le alcance algún objeto cada vez que pueda.
- Deje que el niño saque y guarde sus juguetes en un baúl, una maleta o un balde grande.
- Estimule ejercicios como saltar, pedalear, chutear una pelota, levantar los brazos o agacharse.
Acuéstelo sobre una alfombra o colchonetas y empújelo suavemente para que intente rodar.
Luego, deje que él lo intente por sí solo.
- Incentívelo para que dibuje y pinte con sus dedos con acuarela y témpera. También le puede pasar hojas de revista u otras para que las rasgue o arrugue formando pelotas, o bien invitarlo a desenvolver paquetes o cajas forradas con papel.
- Facilítele vasijas con agua y arena, para que él las traspase de un recipiente a otro.
- Ofrézcale diferentes sabores de frutas y verduras, para que comience a diferenciarlos.

18 a 24 meses

En esta etapa los padres deben proporcionarle al niño la mayor cantidad posible de oportunidades de aprendizaje. Para ello es recomendable que el niño salga de casa y se encuentre con la naturaleza y con los animales.
- Hágale escuchar distintos tipos de música e incentívelo a bailar con las melodías.
- Trate que se vista y desvista solo o, por lo menos, que intente sacarse algunas prendas. Para ello, deje que el niño vea cómo usted se viste y también la forma en que se peina y se lava los dientes.- Enséñele a comer con cuchara.
- A través del juego enséñele a ordenar sus cosas y juguetes.
- Déjelo caminar sin zapatos sobre diferentes superficies, para que sienta sus texturas y temperaturas. Y si es verano, deje que juegue con agua.
- Ofrézcale lápices y papeles grandes para que pueda rayar.
- Enséñele a dar pequeños saltitos con los pies juntos.
- Estimule el subir y bajar escalones.
- Proporciónele juguetes u objetos que pueda arrastrar -como cajas con cordel- o empujar, ya sea de pie o sentado. Ponga objetos que obstaculicen el camino del niño para que los retire o los salte

Fuente: Padres OK

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